Almunia advierte que peligra la posibilidad de ingresar en la UE , el 60% de los votantes se pronuncia contra los pagos que reclaman Holanda y Reino Unido .
El volcánico pueblo islandés volvió a dejar claro este fin de semana que no piensa dar su brazo a torcer y menos aún cuando se trata de pagar con el dinero de todos los errores cometidos por la avaricia de unos pocos. Esta es la conclusión que se desprende del resultado del referéndum de este sábado, en el que, contra todo pronóstico, un 60% de los votantes rechazó devolver la deuda que el Landsbanki, el segundo banco de la isla, contrajo a través de su división on line Icesave con más de 300.000 ahorradores británicos y holandeses tras su quiebra en octubre de 2008.
El resultado superó con creces los pronósticos de las encuestas realizadas antes de la consulta, en las que el margen de diferencia entre el sí y el no era muy reducido. Hace tan sólo una semana, de hecho, los sondeos incluso daban la victoria a los partidarios de pagar la deuda. Sea como sea, la incertidumbre que invadía a una parte del electorado acabó disipándose y los islandeses demostraron una vez más que no se rendirán ante los caprichos del sistema. "Los contribuyentes no tienen ninguna obligación de pagar las pérdidas de un banco privado", argumentaban estos días los partidarios del no, cuyo poder de convicción ha acabado ganando terreno en una sociedad más que acostumbrada a este tipo de revueltas. Lo cierto que es que los ciudadanos de la isla, que a duras penas supera los 330.000 habitantes, ya demostraron su espíritu reaccionario cuando en enero de 2009 forzaron la dimisión del entonces primer ministro, el conservador Geir Haarde,abase de caceroladas. Más tarde, el propio Haarde sería llevado ante los tribunales por su responsabilidad ante la crisis económica, convirtiéndose en el primer país en tomar una iniciativa de este tipo desde que empezó la debacle financiera.
Sin embargo, la bravura exhibida por el pueblo no elimina los nuevos interrogantes que se ciernen ahora sobre la isla, cuya decisión de no pagar la deuda hará que le sea todavía más difícil recuperar la confianza perdida entre los inversores internacionales. Asimismo, el nuevo escenario deja en entredicho las aspiraciones del país nórdico de ingresar en la Unión Europea, aspecto que ya había sido puesto sobre la mesa por los analistas pero que el comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia, se encargó ayer de confirmar al afirmar sin tapujos que Islandia podría no tener ya "ninguna expectativa" de avanzar en las negociaciones, actualmente en curso, para formar parte de la UE. La decisión del pueblo también disgustó a suprimera ministra, Johanna Sigurdardottir, cuyo Gobierno llevaba más de dos años negociando con los de LondresyLaHaya para encontrar una solución compartida a la disputa. Más allá de mostrarse "decepcionada" con el resultado, Sigurdardottir culpó a los ciudadanos de haber elegido "la peor opción", palabras que más tarde fueron suavizadas por una declaración oficial del Ejecutivo, en la que este aseguró que hará "todo lo que esté en su poder para asegurar que el resultado del referéndum no tendrá un mayor impacto ni en el programa económico de Islandia ni en el plan de consolidación fiscal que se ha estado persiguiendo con un alto grado de éxito".
Aunque no lo mencionó en su comunicado, el Gobierno de centro-izquierda sabe muy bien que el rechazo del pueblo a su propuesta pone en duda su propio liderazgo y amenaza con volver a sembrar la inestabilidad política en el país, que hace sólo dos años ya tuvo que celebrar elecciones anticipadas.
" Los expertos dicen que si Islandia no paga la deuda que tiene con Londres perderá credibilidad frente al resto del mundo "
El volcánico pueblo islandés volvió a dejar claro este fin de semana que no piensa dar su brazo a torcer y menos aún cuando se trata de pagar con el dinero de todos los errores cometidos por la avaricia de unos pocos. Esta es la conclusión que se desprende del resultado del referéndum de este sábado, en el que, contra todo pronóstico, un 60% de los votantes rechazó devolver la deuda que el Landsbanki, el segundo banco de la isla, contrajo a través de su división on line Icesave con más de 300.000 ahorradores británicos y holandeses tras su quiebra en octubre de 2008.
El resultado superó con creces los pronósticos de las encuestas realizadas antes de la consulta, en las que el margen de diferencia entre el sí y el no era muy reducido. Hace tan sólo una semana, de hecho, los sondeos incluso daban la victoria a los partidarios de pagar la deuda. Sea como sea, la incertidumbre que invadía a una parte del electorado acabó disipándose y los islandeses demostraron una vez más que no se rendirán ante los caprichos del sistema. "Los contribuyentes no tienen ninguna obligación de pagar las pérdidas de un banco privado", argumentaban estos días los partidarios del no, cuyo poder de convicción ha acabado ganando terreno en una sociedad más que acostumbrada a este tipo de revueltas. Lo cierto que es que los ciudadanos de la isla, que a duras penas supera los 330.000 habitantes, ya demostraron su espíritu reaccionario cuando en enero de 2009 forzaron la dimisión del entonces primer ministro, el conservador Geir Haarde,abase de caceroladas. Más tarde, el propio Haarde sería llevado ante los tribunales por su responsabilidad ante la crisis económica, convirtiéndose en el primer país en tomar una iniciativa de este tipo desde que empezó la debacle financiera.
Sin embargo, la bravura exhibida por el pueblo no elimina los nuevos interrogantes que se ciernen ahora sobre la isla, cuya decisión de no pagar la deuda hará que le sea todavía más difícil recuperar la confianza perdida entre los inversores internacionales. Asimismo, el nuevo escenario deja en entredicho las aspiraciones del país nórdico de ingresar en la Unión Europea, aspecto que ya había sido puesto sobre la mesa por los analistas pero que el comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia, se encargó ayer de confirmar al afirmar sin tapujos que Islandia podría no tener ya "ninguna expectativa" de avanzar en las negociaciones, actualmente en curso, para formar parte de la UE. La decisión del pueblo también disgustó a suprimera ministra, Johanna Sigurdardottir, cuyo Gobierno llevaba más de dos años negociando con los de LondresyLaHaya para encontrar una solución compartida a la disputa. Más allá de mostrarse "decepcionada" con el resultado, Sigurdardottir culpó a los ciudadanos de haber elegido "la peor opción", palabras que más tarde fueron suavizadas por una declaración oficial del Ejecutivo, en la que este aseguró que hará "todo lo que esté en su poder para asegurar que el resultado del referéndum no tendrá un mayor impacto ni en el programa económico de Islandia ni en el plan de consolidación fiscal que se ha estado persiguiendo con un alto grado de éxito".
Aunque no lo mencionó en su comunicado, el Gobierno de centro-izquierda sabe muy bien que el rechazo del pueblo a su propuesta pone en duda su propio liderazgo y amenaza con volver a sembrar la inestabilidad política en el país, que hace sólo dos años ya tuvo que celebrar elecciones anticipadas.
Tras el rechazo por parte del pueblo islandés de las negociaciones con las que Reino Unido y Holanda, por una parte, y el Gobierno de Islandia, por la otra, pretendían llegar a un acuerdo sobre el caso Icesave, Londres y La Haya no dudarán ahora en llevar al país nórdico ante la justicia para conseguir que éste les devuelva la deuda que uno de sus bancos, el Landsbanki, contrajo tras su quiebra con miles de ahorradores británicos y holandeses. El ministro de Finanzas holandés, Jan Kees de Jager, se dijo "decepcionado" con el resultado del referéndum. "Esto no es bueno ni para Islandia ni para Holanda", aseguró, recordando que "el tiempo para las negociaciones ha terminado". Por su parte, el secretario jefe del Tesoro británico, Danny Alexander, dio por sentado que "el proceso acabará ahora en los tribunales". Antes de la crisis, numerosos ahorradores británicos y holandeses decidieron depositar su capital en el Icesave, la división en internet del Landsbanki, atraídos por los altos intereses que ofrecía. Sin embargo, cuando la entidad entró en bancarrota a finales del 2008, sus gobiernos tuvieron que adelantarles el dinero perdido, que ahora exigen que Islandia les devuelva.
Reino Unido y Holanda reclamarán en los tribunales
" Los expertos dicen que si Islandia no paga la deuda que tiene con Londres perderá credibilidad frente al resto del mundo "
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