El gran día ha llegado. En medio de la segunda jornada de huelga general y entre numerosas manifestaciones y movilizaciones ciudadanas el Parlamento griego ha votado las medias de austeridad que la Unión Europea y el Fondo Monetario imponen a Atenas a cambio de concederle un nuevo préstamo que evite la bancarrota del país. Los enfrentamientos se han recrudecido poco antes de que comenzase en el Parlamento la votación.
A mediodía, la Plaza Syntagma, donde se encuentra el Parlamento griego, estaba abarrotada de manifestantes que intentaban entrar en el hemiciclo, en medio de fuertes cargas policiales. Los gases lacrimógenos hacen prácticamente imposible permanecer en la plaza sin mascarilla. Los petardos y el ruido del gentío son ensordecedores.
"Resistid, resistid", repite sin cesar la megafonía de la plaza. La policía no para de lanzar gases lacrimógenos y hay multitud de heridos que son atendidos en campamentos médicos improvisados.
Los manifestantes han irrumpido en el primer piso de un edificio de oficinas, en cuya planta baja se encuentra una filial de Eurobank, la segunda mayor entidad crediticia de Grecia. Unos 30 manifestantes entraron en el edificio e intentaron prenderle fuego. Según varios testigos, la policía antidisturbios se lo impidió y los sacó del inmueble.
Previamente, los manifestantes, que llegaron a la plaza a primeras horas de la mañana, habían establecido cordones humanos para intentar evitar la entrada de los diputados al Parlamento, pero la policía ha conseguido dispersarlos. Aún así, la avalancha de ciudadanos enfurecidos vuelve a derribar vallas, y a enfrentarse con todas sus fuerzas a la policía.
Mientras el Parlamento votaba las medidas de ajuste sobre las 15 horas, los indignados griegos redoblaban sus protestas contra el plan de rigor.
Este martes, durante los duros enfrentamientos que durante varias horas enfrentaron a grupos de violentos con miembros de la policía resultaron heridas 24 personas, se registraron 22 detenidos, hubo numerosos daños materiales y el aire del centro de Atenas se hizo irrespirable a causa de los numerosos gases lacrimógenos lanzados por los agentes para dispersar a los manifestantes que les atacaban lanzándoles piedras.
Hoy en Grecia continúan sin funcionar los transportes públicos (a excepción del metro), en los hospitales un día más sólo se atienden las urgencias, las oficinas de correos vuelven a estar cerradas y todos los organismos públicos están clausurados.
"Si se aprueban esas medidas de austeridad será el fin de la esperanza. Si pasan no habrá futuro. Son unas medidas que golpean aún más a la gente humilde y que no afectarán a los ricos", decía esta mañana Niovi, una griega de 30 años en paro.
"Si aprueban el paquete de austeridad no nos rendiremos: seguiremos luchando y movilizándonos. No podemos tragar con unas medidas que nos condenan a la pobreza absoluta", destacaba Vangelis Papadogianis, un técnico de telecomunicaciones de 46 años.
A mediodía, la Plaza Syntagma, donde se encuentra el Parlamento griego, estaba abarrotada de manifestantes que intentaban entrar en el hemiciclo, en medio de fuertes cargas policiales. Los gases lacrimógenos hacen prácticamente imposible permanecer en la plaza sin mascarilla. Los petardos y el ruido del gentío son ensordecedores.
"Resistid, resistid", repite sin cesar la megafonía de la plaza. La policía no para de lanzar gases lacrimógenos y hay multitud de heridos que son atendidos en campamentos médicos improvisados.
Los manifestantes han irrumpido en el primer piso de un edificio de oficinas, en cuya planta baja se encuentra una filial de Eurobank, la segunda mayor entidad crediticia de Grecia. Unos 30 manifestantes entraron en el edificio e intentaron prenderle fuego. Según varios testigos, la policía antidisturbios se lo impidió y los sacó del inmueble.
Previamente, los manifestantes, que llegaron a la plaza a primeras horas de la mañana, habían establecido cordones humanos para intentar evitar la entrada de los diputados al Parlamento, pero la policía ha conseguido dispersarlos. Aún así, la avalancha de ciudadanos enfurecidos vuelve a derribar vallas, y a enfrentarse con todas sus fuerzas a la policía.
Mientras el Parlamento votaba las medidas de ajuste sobre las 15 horas, los indignados griegos redoblaban sus protestas contra el plan de rigor.
Protestas y rabia de los griegos
La duda trascendental era saber si el Ejecutivo del primer ministro George Papandreu lograría sacar adelante el paquete de austeridad. Pero una vez despejada, la otra gran incógnita es saber hasta dónde pueden llegar la rabia y las protestas de los griegos, la mayoría de los cuales rechaza furiosamente los recortes salariales y de gasto público, las subidas de impuestos y el plan masivo de privatizaciones que las medidas de austeridad implicarían.Este martes, durante los duros enfrentamientos que durante varias horas enfrentaron a grupos de violentos con miembros de la policía resultaron heridas 24 personas, se registraron 22 detenidos, hubo numerosos daños materiales y el aire del centro de Atenas se hizo irrespirable a causa de los numerosos gases lacrimógenos lanzados por los agentes para dispersar a los manifestantes que les atacaban lanzándoles piedras.
Hoy en Grecia continúan sin funcionar los transportes públicos (a excepción del metro), en los hospitales un día más sólo se atienden las urgencias, las oficinas de correos vuelven a estar cerradas y todos los organismos públicos están clausurados.
"Si se aprueban esas medidas de austeridad será el fin de la esperanza. Si pasan no habrá futuro. Son unas medidas que golpean aún más a la gente humilde y que no afectarán a los ricos", decía esta mañana Niovi, una griega de 30 años en paro.
"Si aprueban el paquete de austeridad no nos rendiremos: seguiremos luchando y movilizándonos. No podemos tragar con unas medidas que nos condenan a la pobreza absoluta", destacaba Vangelis Papadogianis, un técnico de telecomunicaciones de 46 años.
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